Desarrollo humano, camino seguro?
En el ámbito del desarrollo se han registrado cambios importantes, Las sociedades se abren al debate y los mercados a la iniciativa privada; se fomentan la privatización y el espíritu empresarial; las nuevas tecnologías son cada vez más accesibles; la gestión de los servicios públicos se acerca gradualmente a los usuarios, cuando no se deja directamente en manos de éstos, con el fin de reducir gastos y buscar socios más interesados en obtener resultados efectivos. De hecho, una multitud de ajustes estructurales modifican profundamente a numerosos sectores de la producción y sus exigencias comportan una repercusión económica y social directa sobre la población.
Los gobiernos de los países en desarrollo ya no son capaces de seguir desempeñando por sí solos las funciones sociales y normativas, especialmente en las zonas rurales. La carga del servicio de la deuda externa agobia a muchas economías y las entidades financieras internacionales apremian a los gobiernos para que reduzcan gastos. Es por lo tanto indispensable obtener apoyo activo y una mayor contribución de la población para rentabilizar el sector público. Por lo tanto los gobiernos se ven obligados a buscar interlocutores nuevos y en ocasiones inusitados, que incluyen desde dirigentes locales hasta personas que forman parte de organizaciones no gubernamentales, los cuales a su vez se ven obligados a asumir responsabilidades nuevas y quizás desacostumbradas.
Además, a medida que nos acercamos a las postrimerías del siglo, se manifiesta con claridad la importancia decisiva de una serie de problemas concretos para el progreso socioeconómico, la equidad y la estabilidad social, para el futuro de la humanidad y tal vez incluso para su supervivencia.
El medio ambiente y su relación con el desarrollo agrícola sostenible y la producción de alimentos plantean un reto de enorme importancia. Un objetivo fundamental es la conservación y uso adecuado de los recursos naturales, degradados a menudo porque la población rural empobrecida no tiene otras opciones inmediatas para cubrir sus necesidades de leña y de tierra. Por lo tanto la explotación excesiva de las zonas boscosas, que lleva consigo la erosión del suelo y la disminución de los recursos hídricos, sólo se podrá acabar adoptando nuevos planes de desarrollo para crear empleo, generar ingresos y aplicar técnicas de conservación. No obstante habrá que conseguir que estas soluciones sean aceptadas por la población local, gran parte de la cual habrá de recibir incentivos y capacitación. Las medidas previstas en el Programa 21, dimanante de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo que se celebró en Río de Janeiro en 1992, sólo se harán realidad si se introducen amplias modificaciones en las actitudes y comportamientos de las sociedades de todo el Mundo.
El crecimiento demográfico, ejerce una fuerte presión sobre los recursos naturales, la producción de alimentos y la capacidad de los gobiernos para ofrecer servicios básicos y fuentes de empleo. El crecimiento demográfico depende de decisiones tomadas a nivel individual. Para ayudar a la población a adoptar decisiones fundamentadas informándola sobre las consecuencias de los embarazos no deseados, el número de hijos y los métodos anticonceptivos no basta con limitarse a enviar mensajes; es necesario dialogar con la población y sus dirigentes para comprender cómo se pueden plantear estas cuestiones para que sean socialmente aceptables y merecedoras de una intervención urgente. Es esencial analizar las motivaciones profundas de la población para poder ayudarla a cambiar su punto de vista.
La pobreza rural no deja de aumentar en muchos países, acelerando la migración urbana y creando problemas económicos y sociales intolerables. Es obvio que la solución está en el desarrollo de las zonas rurales. Casi todas las comunidades rurales se caracterizan por su dependencia de los conocimientos y sistemas de producción tradicionales, estrictamente basados en lo que ha servido para sobrevivir en el pasado. Esto ha hecho pensar que estas comunidades son resistentes al cambio por mucho que les haya costado adquirir sus conocimientos tradicionales y por atinados que sean sus razonamientos. Es necesario que los planificadores tengan ésto en cuenta como primer paso en cualquier proceso de planificación. Para esto, como para todas las actividades de desarrollo rural, la comunicación entre las comunidades locales y las autoridades nacionales tiene una importancia vital, aunque lamentablemente es en las zonas rurales donde es más débil.
La malnutrición es tanto causa como consecuencia del subdesarrollo. Durante los últimos decenios, en muchos países el suministro diario de calorías per cápita se ha ido reduciendo constantemente. La Conferencia Internacional sobre Nutrición, celebrada en diciembre de 1992, señaló que más de 780 millones de personas de todo el mundo sufren malnutrición crónica y que cada año unos 13 millones de niños menores de cinco años mueren de enfermedades infecciosas atribuibles directa o indirectamente al hambre o la malnutrición. Sin embargo, el bienestar nutricional no es sólo una cuestión de disponibilidad de alimentos y capacidad económica de las familias. Depende también de que se conozcan suficientemente y se acepten las dietas apropiadas. Para incorporar componentes nutricionales en las iniciativas de desarrollo relacionadas con la agricultura, la seguridad alimentaria, la silvicultura, el uso de la tierra, la exportación, etc., el planificador deberá conocer en profundidad las prioridades nutricionales de la población dado que no se suele incluir de modo espontáneo.
La participación de la mujer en el desarrollo es otra cuestión prioritaria. En muchos países las mujeres de las zonas rurales realizan la mayor parte del trabajo. Llegado el caso, las mujeres han demostrado una y otra vez que, cuando se les ayuda a movilizarse, son sumamente comprensivas y responsables, aprovechan los recursos disponibles y producen resultados sostenibles. Es necesario que las mujeres mejoren sus conocimientos técnicos y sus aptitudes en materia de organización y que se incorporen en mayor número a los centros de decisión. Una de las tareas concretas en que la comunicación tiene una importancia esencial es la de ayudar a los grupos de mujeres a conseguir una mayor autodeterminación y ampliar el diálogo entre ambos sexos sobre derechos, privilegios y responsabilidades.
Art. Tomado De, http://www.fao.org/docrep/t1815s/t1815s01.htm